Uno de los retos más desafiantes que debe enfrentar todo emprendedor es exponerse a los cambios drásticos que exige empezar cualquier empresa, y exponerse al fracaso, usualmente implacable y de gran impacto para su vida personal. Aunque algunos, en vez de miedo e inseguridad, sientan emoción e impulso, puede que en el camino encuentren obstáculos que los hagan dudar de sus visiones empresariales si no tienen la mentalidad adecuada. A pesar de que estos retos y la manera de resolverlos varían dependiendo de la experiencia de cada individuo, hay consejos que vale la pena recordar:

Para empezar, es importante tener pasión por lo que se hace y tener cierto conocimiento del tema. Es natural querer aprender más sobre las cosas que nos interesan, por lo que la curva de aprendizaje no es tan escarpada en estos casos. Ser persistente es fácil cuando hacemos lo que de verdad queremos hacer, y más que motivador, sirve de impulso para alcanzar cualquier meta.

Por otra parte, es muy difícil saber qué da resultado y qué no sin tomar riesgos. Esta es la parte más emocionante y a la vez la más espantosa para los emprendedores principiantes, aunque sin embargo, es el recurso más valioso para adquirir las experiencias que formarán al emprendedor. Explorar nuevas opciones y descartar las que no funcionan, harán el camino más claro a pesar de los tropiezos, y prácticamente obliga a encontrar una decisión conveniente para el futuro.

Es importante no temerle al fracaso, porque fracasar no es más que estar un paso más cerca de triunfar.

Cuando finalmente se logra empezar lo deseado, entonces hay que someterse a un cambio de mentalidad. Una de las principales razones por la que cualquier persona decide crear un negocio es el sustento económico, sin embargo, hay que dejar a un lado esa preocupación, y en vez de perseguir desesperadamente el dinero, es mejor buscar la excelencia. Hacer una diferencia a través del buen servicio y agregando valor a las vidas de sus clientes es como un buen emprendedor construye su imperio.

También, crear ciertos hábitos y estrategias facilitarán el éxito. Un buen hábito es idear constantemente. Las ideas son como semillas: contienen el potencial, pero solo florecen en las condiciones adecuadas. Aunque no todas las ideas parezcan factibles, es conveniente anotarlas y crear un expediente. Con el tiempo, algunas de estas ideas podrán vincularse con otras para crear nuevos conceptos de negocio.

Para decidir cuales ideas serían beneficiosas es importante analizar la competencia, y ver qué nuevo aporte podría ayudarte a diferenciarte de la competencia y adquirir la ventaja competitiva que necesitas para salir adelante.

También, es importante recordar que muchas personas comparten las mismas ambiciones y piensan de manera similar a ti. Crear conexiones y trabajar con personas de agrado puede maximizar el potencial de una empresa drásticamente, por lo que siempre se debe apreciar el poder de una buena asociación. En caso de no desear o necesitar socios, también está la opción de trabajar con mentores, pero más importante aún, es confiar en si mismo: aunque se pueden aprovechar los consejos de personas con más experiencia, es importante mantenerse fiel a los principios, para así no alejarnos de esa visión que causó que nos lanzáramos al vacío del emprender en primer lugar.

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