La familia es lo único que no se elige. En los malos y buenos momentos de la vida es el soporte por naturaleza del hombre.

En el caso de las empresas familiares, la sostenibilidad y las decisiones gerenciales están marcadas muchas veces por el vínculo de afecto, lo que dificulta un resultado positivo para que los negocios sobrevivan hasta una tercera generación. El 78% de las empresas dominicanas son familiares, según las cifras locales, y de acuerdo a estadísticas mundiales, solo el 30% de los negocios de este tipo sobrevive a la transición de la primera a la segunda generación.

Las empresas familiares dominicanas representan el 80% del mercado privado, y más del 75% está pasando por una etapa de relevo generacional. Sin embargo, a pesar de tener un interés marcado a nivel económico, la mayoría tienen problemas en la sucesión y sostenibilidad en el tiempo. El presidente de la Asociación Nacional de Jóvenes Empresarios (ANJE), Eugene Rault Grullón, en un seminario de Empresas Familiares, organizado por la entidad, dijo que las empresas familiares que no sobreviven a la transición son, entre otras cosas, las que carecen de una estructura organizacional que le permite la resolución de conflictos y toma de decisiones de una manera efectiva.

Además, resaltó que el reto más importante dentro de las empresas familiares siempre será la continuidad, la renovación y el criterio de crecimiento.  Cuando un miembro de la familia debe tomar decisiones en la empresa, sus emociones están en juego. Por ello, es esencial incluir directores externos independientes al enlace familiar que lleven a la mesa la objetividad necesaria.

Según, Lisa Morel, experta en sucesión de empresas familiares, para lograr la permanencia se debe conocer los factores que ocasionan el cierre de las empresas familiares e identificar cuáles de esos factores afectan al negocio. Si bien estadísticamente un 30% sobrevive a una segunda generación, apoyarse en especialistas que manejen herramientas en los procesos aumentará la probabilidad de sobrepasar los obstáculos y llegar más allá de la segunda generación.

Según la especialista, los consultores externos ayudan a las empresas a separar los conceptos básicos que son empresa, familia y propiedad. Y, al trabajar desde los diferentes órganos que rigen esos tres conceptos, cuando se toma una decisión se hace de manera ordenada. Resalta que desarrollar el plan de continuidad es una de las funciones del consejo familiar, y es necesario separar los roles de cada miembro para lograr un equilibrio en el negocio. Es necesario dividir los temas de consejo familiar a junta directiva empresarial.

Factores de fracasos

La mayoría de las personas creen que los elementos que hacen que un negocio no pase de una generación a otra son variables externas de las familias, como el entorno económico del país y las legislaciones, pero la realidad es que la mayoría de las empresas fracasan y no logran la transición impositiva de una generación a otra porque no tienen alineaciones entre los miembros.

Las dificultades se dan básicamente porque la persona que toma las decisiones desde el inicio del negocio hasta el momento que no puede sostenerlo más es la misma, y rehúsa hacer el cambio de modelo ambiental de: “yo ahora voy a ceder mi control de poder a un grupo de personas en el cual tengo que confiar”. Y es aquí donde entran los fracasos, debido a que no hay una política de sucesión de patrimonio ni ayuda externa.

En cuanto a cómo puede una empresa perdurar en el tiempo y no quedarse en la segunda generación, está relacionado con la efectiva comunicación entre los miembros sobre el patrimonio compartido. Las reglas claras en la relación que tienen las familias en cuanto al patrimonio o con su emprendimiento es lo que ayuda a disminuir el nepotismo, uno de los grandes errores en la empresa familiar, y lo más importante es saber hacia dónde se pretende ir como empresa para empezar a crear un sueño compartido.

 

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